viernes, 8 de abril de 2016

Excursión al Cerro Santa Ana en Falcón, 840 m.s.n.m. (Mi primera Cumbre)





Excursión al Cerro Santa Ana.


Paseo por Los Médanos, Adícora, las Salinas de Cumaragua, el Cabo San Román y el casco Histórico de Coro.



Hacía mucho que quería conocer las Salinas de Cumaraguas, había visto las fotos de las lagunas color rosa, y los cristales de sal que los niños del pueblo ofrecen con sus rostros sonrientes a los turistas y tenia la certeza que algún día estaría allí.. Por eso cuando mi amigo Luis miembro del Centro de Excursionistas Caracas (CEC), me comento que el grupo tenía planeado una excursión para el Cerro Santa Ana y dentro del itinerario del viaje incluía un paseo a las Salinas y al Cabo San Román, me anime muchísimo y le comente que quería acompañarlos.

Afortunadamente el grupo me acepto como invitada y el 30 de Abril a las 11:00 P.M desde la plaza Altamira salimos rumbo a Falcón, justo para alcanzar ver el amanecer en los hermosos Médanos de Coro, el pequeño-gran desierto de mi hermosa Venezuela.

Que buena manera de comenzar el día.
Sintiendo la fresca y suave arena en mis piececitos.
 



















Luego de sacudirnos el polvo de los médanos, seguimos rumbo al pueblo de Adícora, debo comentar que sentí mucho pesar al ver tantas bolsas y botellas tiradas en la vegetación del camino. Sin embargo, es imposible opacar la belleza de esta región y no tan lejos de nosotros para recordarnoslo estaba el inmenso mar.

Llegamos a la posada, donde nos atendieron de manera muy jovial. Y luego de acomodar nuestras cosas y acicalarnos, salimos rápidamente a disfrutar del pequeño pueblo pesquero, el cual goza de un aire colonial adornado por un admirable faro. 
La playa es de arenas negras, algo que me gusto mucho, ya que me encanta la variedad.

Fue un día radiante, el cual supimos disfrutar, acompañándolo con unos buenos tragos de ron Santa Teresa 1796, que nos abrieron el apetito, dejándonos en el mejor estado en que se puede degustar de un exquisito asopado de mariscos.

Luego aprovechamos para comprar los víveres para la excursión del siguiente día y regresamos el hotel para alistarnos a continuar el paseo.

Finalmente estaban frente a mí las Salinas de Cumaragua, no como lagunas rosadas, sino como sal blanca petrificada, (igual de maravilloso a mi parecer) fue una sensación agradable caminar sobre ellas, incluso acostarme, y tratar de arrancar cristales con las manos.

 Así que aproveche y me tome una foto de portada ;)
 
y otra y otras más... 



Seguidamente fuimos rumbo al Cabo San Román, y comparto literalmente lo que escribió mi amigo Luis al respecto, pues no puedo más que estar totalmente de acuerdo con lo que él opinó de este mágico momento, en el cual creo que nos albergaba un aura de felicidad colectiva.
“Luego de muchas fotos, nos subimos al autobús, para seguir nuestro viaje al norte, y llegar al cabo San Román, donde nos esperaba un paisaje de película de ciencia-ficción.

El cabo San Román: Brisa, viento, piedras diminutas, un panorama gris, un faro en el horizonte lejano. En fin mar, cielo, y tierra. Estando en tierra, parecía que estábamos en medio del mar.

El autobús nos dejó al principio del camino, y tuvimos que caminar unos 20 minutos para llegar al faro, y una vez que llegamos a éste, quisimos llegar al mar, pero nos contentamos con verlo desde la distancia, ya que empezaba a oscurecer, el sol se había ocultado hace rato. Estábamos “desolados”."

De regreso al pueblo, el grupo se dividió y cada quien decidió cenar por su lado, en nuestro caso comimos un delicioso chivo asado, plato común en la región, acompañado de unas cervezas, que hacían buena combinación con el anochecer festivo del lugar. Luego de esta maravillosa y larga jornada, nos esperaba una noche de sueño profundo para recuperar energías para el reto del próximo día.
El sábado luego de tomar un buen café y desayunar unas apetitosas empanadas playeras, fuimos directo al pie del cerro Santa Ana,  para dar inicio a la expedición, es bueno acotar que lo positivo de ir con el CEC, es que ellos son pacientes y puedes ir a tu propio ritmo.
 
La vegetación al principio es xerófila, pudimos apreciar los cactus y otras plantas, luego comenzaban los ascensos suaves hasta llegar a la primera planicie, y así con cada subida la vegetación se hacía más frondosa y podíamos apreciar una mayor cantidad de verde, llegando a ver zonas bastantes húmedas que me recordaron a los páramos  Andinos, luego cuando llevábamos como ¾ parte del recorrido, me sorprendí al mirar una hermosa pared y ver por primera vez lo rápido que pasaban las nubes sobre mi cabeza. 

Para escalarla fue necesaria la ayuda de una cuerda y de una mano amiga ya que al final de la roca era algo complicado subir en especial a los principiantes en el senderismo como era mi caso. Luego habían otros ascensos con cuerdas pero en comparación con el primero se hacían rápidos y de manera sencilla. 

Finalmente llegamos a la Cima, el viento era espectacular, la sensación de llegar a la cumbre y mirarlo todo desde arriba no es algo que se pueda explicar mucho con palabras, así como la satisfacción de haberte retado y de haberlo logrado. 

Seguidamente después de un merecido almuerzo ligero, decidimos emprender el descenso, el cual fue para mí mucho más difícil, ya que el sol era inclemente y las bajadas peligrosas, por estar húmedas y haber muchas piedras sueltas, algo que hace muy peculiar a este Cerro y que le hace merecedor de su sobrenombre (el come suelas), yo misma luego de caminar y caminar, quedando agotada casi sin energías, regrese con la suela de mi zapato en la mano, para no seguir el ejemplo de las incontables personas que abandonaron las suyas como recuerdo en el Santa Ana.
Ya después del recorrido estuvimos más relajados y nos esperaban unas refrescantes cervezas para la sed, una parrilla y unas arepas piladas, bajo las sombras de unos bondadosos árboles.

En Adícora la piscina de la posada y otros tragos de lo quedo de la botella de ron nos esperaban y nos preparaban para ayudarnos a tener un sueño reparador.



El domingo fue el último día del paseo y visitamos el casco histórico, de la ciudad de Coro, patrimonio histórico de la humanidad, declarado por Unesco en 1993. Con el grato recuerdo de un trago de Cocuy quemando mi garganta y la compra de una artesanía para mamá emprendimos el regreso a la Congestionada Urbe Caraqueña a la cual llegue aproximadamente a las 10.00 Pm, CANSADA PERO FELÍZ.

2 comentarios:

  1. Felicitaciones Gaby .Muy bueno, el recuento. Hasta de las arepas piladas te recuerdas. En fin, una experiencia inolvidable. Reitero lo mismo, muy buena, la selección de fotos. A pesar de haber pasado tanto tiempo, me asombra que te acuerdes de tantos detalles, por ejemplo, la copa de cocuy, el asopado de mariscos, etc. y bueno, los comentarios estan llenos de sabor y tan interesantes que provocan a volver a viajar solo por el placer de leerlos.

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    1. Si, eso es lo bueno de escribir los buenos momentos, porque como dicen vale mas la tinta mas debil que la memoria mas aguda. Me alegra que te gustara y gracias a ti, por permitirme tomar frases tuyas en el blog, saludos.

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